Tráfico de armas II: Aproximaciones y Conclusiones de un fenómeno criminal transnacional

Por: Carlos Hernández

En primer lugar es necesario establecer una realidad ratificada por todas las fuentes, según la cual: “Las armas son, según todos los estudios, los instrumentos que causan más muertes y que generan más pena moral a los seres humanos”. De ahí que el efecto del tráfico de armas no sólo tenga impactos políticos, económicos, sociales y hasta culturales sino que genera una espiral de tragedia y de desgracia en las sociedades donde se implanta, al punto de arruinar generaciones completas de jóvenes, quienes son los que más aportan muertos y combatientes, que hacen uso de la mercancía de estos flujos siniestros conocidos como tráfico de armas. Enfrentarlo y prevenirlo es el gran desafío.

Como en muchas áreas de investigación y solución científica de un problema es necesario realizar un esquema con categorías en las cuales se aborde el problema de forma integral y se subsanen las distorsiones que dan origen a éstas problemáticas. En este caso, se trata de la prevención, el combate y la erradicación de la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego. Es en estas esferas, que se deben focalizar todos los esfuerzos con la finalidad de reducir a su mínima expresión éste fenómeno criminal que afecta tantas naciones en la actualidad.

Al respecto se cita Patrice Bouveret, cofundador y director del Observatorio del armamento, quien le explicó a la revista SEMANA (artículo del 29 de Junio de 2012) que “en el mercado del armamento se cruzan lógicas e intereses a veces contradictorios, la industria, la política, el comercio, la investigación y lo social. Es un sector que jala el tejido industrial, con inversiones tecnológicas, donde el Estado tiene un poder de intervención fuerte”.

Esto da cuenta de las enormes complejidades que entraña este fenómeno criminal tan intrincado como las propias razones de surgimientos de conflictos y shocks idiosincrásicos que sumen a los pueblos en dinámicas de violencia y autodestrucción. Los cargamentos letales de armas que llegan a las diversas zonas de conflicto en la tierra, son las causantes de suministrar a las personas más pobres del mundo los medios para asesinarse y aniquilarse enterrando de esa forma su futuro y haciendo más complicado su desarrollo, progreso, reinserción y rehabilitación como sociedades funcionales. Detrás de estos flujos sangrientos, se encuentran organizaciones altamente capacitadas, organizadas y con un flujo de dinero en efectivo casi ilimitado, que dificulta la labor de los gobiernos que tratan infructuosamente casi en una redada perpetua de detener estos cargamentos para evitar la degradación de sus conflictos, las cuales, operan en red con las estructuras armadas de los diferentes países que padecen estas circunstancias.

En el tráfico de armas hay tres participantes: Los Estados que tienen por lo general, el legítimo uso de la fuerza, los criminales que exacerban la situación de violencia generalizada (traficantes y organizaciones armadas) y la población civil inerme que aporta los muertos -en muchos casos-, destruyendo aún más el tejido social y el contrato social de muchas naciones. Como lo que pasa en Colombia en la actualidad.

En este punto hay que examinar más detenidamente el tráfico de armas y es necesario puntualizar que el mismo existe porque hay un mercado  sofisticado, amplio y dotado de la logística global necesaria. Ante este fenómeno de ilegalidad, el primer paso es regular su funcionamiento porque de lo contrario sería como combatir el contrabando sin aduana y sin esquema impositivo. Al respecto sólo se añadirá que hay un mercado blanco (compraventa de armas legal), gris (triangulación de operaciones para abastecer ilegalmente un conflicto) y negro (toda la operación de compraventa es ilegal y se destina a zonas de conflicto). En el caso de Colombia se trata de un mercado negro que se provee nacional o internacionalmente.

Algunas reflexiones finales. Este tipo de crimen tiene unas profundas repercusiones en las comunidades que lo padecen, en especial en la generación de sufrimiento para la humanidad. Alimenta guerras intestinas alrededor del mundo entre las personas más desposeídas del planeta y sus efectos aparte de ser políticos, económicos, sociales, culturales, militares y estratégicos, tienen una relación directa con el fracaso de proyectos nacionales conocidos como Estados por la parálisis del entramado político- jurídico- institucional. Por otra parte, mientras los Estados productores de armas no regulen el mercado de armas, esta será una tragedia condenada a repetirse en las zonas más pobres y olvidadas del planeta. Por eso el tráfico de armas debe ser combatido por todos los países sean ellos de origen, tránsito o destino lo que involucra esfuerzos de toda la comunidad internacional. El primer paso, completar regulación para fortalecer los sistemas de registro de armas a nivel internacional. Una posible alternativa: El fortalecimiento de los procesos democráticos y la justicia social en cuanto a redistribución y reconocimiento en los países y comunidades que padecen sus devastadores efectos, como ocurre en Colombia en la actualidad.

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